Fui elegida para esta tarea:

guiar a las mujeres durante su

embarazo a desplegar su poder.

Mi madre falleció cuando nací.

El terror al parto me acompañó hasta que fui madre.

Mi primer hijo nació en hospital, en Argentina.

Si bien pasé la prueba, sentí que hay un sometimiento que aceptamos en nombre de que salga todo bien. Y si ese es el resultado nos volvemos a casa felices con nuestro hijo,

pero…si lo miras profundamente te das cuenta que lo pasaste muy mal y eso parece no ser importante.

En mi segundo embarazo, cuando supe que era una mujer

un fuego interno se encendió en mi y me dije que a ella

debía contarle otra historia. Sentí el compromiso como mujer.

Supe que lo único que tenía que trabajar era el miedo y me entregué a ello en un nivel muy profundo.

Ella nació en mi casa durante un amanecer de invierno,

bajo la mirada amorosa de la partera que sólo sonreía.

El trabajo de parto duró dos horas y...

fue un orgasmo indescriptible!!!

en el que sentí mis poros transformarse en estrellas.

Fue la experiencia más gozosa y transformadora

que tuve en mi vida.

Por eso luego de ello nada me detuvo

y supe que tenía que compartirlo

porque de alguna manera cada mujer

carga con una historia dolorosa.

Vivo en Países bajos y guié a decenas de mujeres latinas

a disfrutar de su parto.

Incluso las que ya eran madres pudieron comprobar

la diferencia con su experiencia anterior.

Habiendo sanado mi propia historia

me pongo al servicio de todas las mujeres

porque en cada una está mi madre, mi hija

y todas las que hicimos posible

la continuidad de la vida.